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Los Contaminantes Orgánicos Emergentes (COE’s) son compuestos de distinto origen y naturaleza química que pueden tener impactos negativos en el ambiente y salud (Gil, Soto, Usma, & Gutiérrez, 2012). Su presencia no se considera significativa en el ambiente en temas de concentración (se encuentran en rangos de ng-µg/L) y distribución; sin embargo, recientemente están siendo detectados en el ambiente.

Actualmente carecen de regulación en el mundo (Patiño, Díaz, & Ordóñez, 2014) y se ha visto que causan problemas crónicos debido a su permanencia en el ambiente. Estos tipos de contaminantes provienen de productos de limpieza personal, hormonas, fármacos, retardantes de llama, agentes tensoactivos, plastificantes, aditivos industriales, pesticidas, plaguicidas, entre otros (Gil et al., 2012; Verlicchi, Galletti, Petrovic, & Barceló, 2010). Los COE’s son compuestos de los que se sabe relativamente poco o nada sobre su presencia e impacto en el ambiente y seres vivos, y se requiere realizar investigaciones en esta área para comprender su interacción (Roig, 2013). Se tiene evidencias de algunos de los efectos en seres vivos por causa de estos contaminantes, por ejemplo Clemente, Chica, & Peñuela (2013) mencionan que los COE’s son capaces de alterar el sistema endocrino, provocar feminización en machos, resistencia microbiana, aumentar el riesgo de cáncer, alteraciones en embarazos, abortos involuntarios, cambios hormonales, entre otros.

Algunas de las vías de entrada de estos contaminantes en el ambiente se dan por medio de aguas residuales domésticas e industriales, efluentes de Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), efluentes hospitalarios, actividades agrícolas y ganaderas, y tanques sépticos. Como se mencionaba anteriormente, este tipo de contaminantes actualmente no está regulados, por lo que las PTAR no están diseñadas para tratarlos, creando una vía de entrada directa al ambiente. Hay estudios que indican que este tipo de contaminantes se han encontrado incluso en las aguas subterráneas (Gil et al., 2012).

En Costa Rica los estudios sobre compuestos orgánicos emergentes han sido escasos. Dentro de algunas investigaciones se conocen las descritas por Spongberg et al. (2011), Ledezma et al. (2015) y Angulo (2013).

Angulo (2013), revela la presencia de fármacos en aguas superficiales en el país. Se menciona que el estudio hecho por el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Químicas (IRET) durante el 2012, encontró en 25 de las 34 cuencas del país la presencia de contaminantes en los cuerpos de aguas superficiales y subterráneos, tales como metales pesados, plaguicidas, hidrocarburos, pero en especial productos farmacéuticos y de cuidado personal. Además, estudios del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) e IRET durante los años 2011 y 2012 respectivamente, determinaron la presencia de analgésicos, antibióticos, antiepilépticos, antidepresivos, antihipertensivos, anti-inflamatorios, metabolito de cafeína, entre otros.

Por otro lado, Spongberg et al. (2011) analizaron 34 fármacos y de cuidado personal en el país en aguas superficiales y en costas, en donde los 5 más detectados fueron la doxiciclina (77%), sulfadimetoxina (43%), ácido salicílico (41%), triclosán (34%) y cafeína (29%). Este último tuvo la mayor concentración detectada con 1,1 mg/L, seguido de la doxiciclina con 74 µg/L e ibuprofeno 37 µg/L.

Ledezma et al. (2015), analizaron aguas superficiales de 3 ríos de Costa Rica: Toro, Virilla y Paraná Blanco. Los resultados muestran un reconocimiento preliminar de la presencia de contaminantes emergentes en los ríos del país, demostrando una necesidad de investigación en este campo. Los resultados obtenidos de la investigación indican que el atenolol (468,1 ng/L) y el metroprolol (93,98 ng/L) son los que tienen mayor concentración en aguas provenientes de centros urbanos del país.

Existen tecnologías de tratamiento que se han venido investigando para este tipo de contaminantes. Se pueden emplear tratamientos fisicoquímicos como Ultrafiltración, oxidación, adsorción; tratamientos biológicos como biorreactores de membrana, lodos activados, humedales artificiales; y tratamientos avanzados como oxidación avanzada y nanofiltración. Es necesario comprender que los COE´s tienen una amplia gama de propiedades químicas asociadas a sus diferentes estructuras químicas, por lo que su eliminación dependerá de estas propiedades (Gil et al., 2012).

Elaborado por el Departamento de ambiente, de Hidrogeotecnia Ltda.

Referencias

Clemente, A., Chica, E., & Peñuela, G. (2013). Procesos de tratamiento de aguas residuales para la eliminación de contaminantes orgánicos emergentes. Revista Ambiente e Agua, 8(3), 445–458. https://doi.org/10.4136/1980-993X

Gil, M., Soto, A., Usma, I., & Gutiérrez, O. (2012). Contaminantes emergentes en aguas , efectos y posibles tratamientos. Producción más Limpia, 7(2), 52–73.

Patiño, Y., Díaz, E., & Ordóñez, S. (2014). Microcontaminantes emergentes en aguas: tipos y sistemas de tratamiento. Avances en Ciencias e Ingeniería, 5(2), 1–20.

Quesada, I., Jáuregui, U., Wilhelm, A., & Delmas, H. (2009). Contaminación de las aguas con productos farmacéuticos . Estrategias para enfrentar la problemática. Revista CENIC Ciencias Biológicas, 40(3), 173–180.

Roig, J. (2013). Eliminación de contaminantes emergentes mediante Humedales Artificiales como sistema alternativo o complementario a un tratamiento de aguas convencional. Universidad Politécnica de Valencia. https://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004

Verlicchi, P., Galletti, A., Petrovic, M., & Barceló, D. (2010). Hospital effluents as a source of emerging pollutants: An overview of micropollutants and sustainable treatment options. Journal of Hydrology, 389(3–4), 416–428. https://doi.org/10.1016/j.jhydrol.2010.06.005